dimanche, janvier 24, 2010

La culpa no la tiene el chancho...

Hace un par de días, escuché a Luis Sepúlveda. Ese escritor que escribió Un viejo que leía novelas de amor, entre otros. En la entrevista en France Inter comprobé lo que un amigo me había dicho “es un pobre tipo”.
En realidad ¿Si está tan comprometido con la causa de la democracia, por qué no se pagó un pasaje a Chile y votó contra la derecha ganadora? ¿Por qué escribir una columna que pocos leerán y con tono mesiánico decirnos lo que debemos hacer, sin moverse de su placida residencia en España? El padre Gatica, quien predica y no practica, le hizo seguramente el catecismo a este intelectual chileno con acento de paisano en película vieja. Para colmo de males, yo estaba en compañía de una chica alemana a la cual me gusta contradecir. Pero escuchando a super “sepulveta” solo pude formular un “¡¿este hueón cree que es el dueño de la verdad?!” a lo que ella, la alemana, añadió “gracias por decirlo”. Lo que quiero decir es que la desfachatez, la prepotencia y la soberbia no es patrimonio de ningún bando; pero más asco me generan cuando vienen de quienes tú tendrías que soportar a tu lado en una trinchera. Sepúlveda debe haber salido de la radio a comer con sus anfitriones por París, repitiendo sus lugares comunes y frases para el bronce; a llenarse la boca de más imbecilidades y a tratar de “imbéciles” a quienes no han tenido la fortuna de pertenecer a su casta de iluminados, al proleta, al comunero, a quienes lo deben leer porque deben creerle ese espíritu cursi y popular que estampa en sus historias.
Por su culpa le tuve que dar razón a la alemana y me fui, aquella noche, a pedir sueño para olvidar que anda tanto latinoamericano por acá agitando su ideario, mientras el resto del mundo calla perplejo (con fondo de Manu Chao, pues raramente nos salvamos del himno a la miseria que nos pegan). Un silencio que me incomoda, pues da lugar al paternalismo que tanto repudio de Europa.

2 commentaires:

jordi lobo a dit…

Una vez, no sé dónde, le leí algo a Sepúlveda que me empujó a una de sus novelas: me pareció que se tiraba el rollo, continuamente, en cada una de sus frases. Sí, como usted dice, un substancioso de paripé, de salón, de los que no se manchan y a los que, efectivamente, uno no querría tener a su lado en la trinchera.

drfloyd a dit…

a veces pasa que un buen escritor es una pésima persona y nada ni nadie garantiza que una buena persona es también un buen escritor. En este caso, por lo visto no hay nada qué hacer ni en uno ni en otro sentido. Otro a quien sumar a la lista de las Isabel allendes