Desenchufado de toda pena
salto sobre los edificios
sus colores de medio día anudado
ahorcan mis pies
pero los salto
para aplastar las jaquecas del hombre
que llora como yo
sobre esta redonda mesa
que nos amarra.
Miro a las terrazas y azoteas,
balcones en donde secamos la ropa de nuestro sudor
y observo el brillo de los ojos que absorven el tiempo
sondean la ironía y aunque ya casi secos
puedo sentir sus sueños explotando
rompen el cielo y se cuelgan de él antes de
desaparecer
en un carnaval demoledor.
Ahí va el hombre entre otros hombres
veanme ir a comprar pan
y quienes me lo venden
son actores de porno que limpian el negocio
para llenarme el vientre y hacerme alguien rentable.
Vean a los hombres chocar con sus cabezas tiesas
como ataúdes
hasta que despiertan del fuego
de los grandes discursos
de la Voz de los sin voz que se llena la garganta de
heces
y apesta como una pena eterna.
Caigo entre calles estiradas por el bullicio
persisto, navego sobre la mesa
y puedo ver a ese hombre
que come su propio dolor como un semental de cielos
y sonríe pensando en la flauta y las ratas
sus manos aún poseen la caricia de la infancia
la oscuridad del temor y el hueco de lo que se escapa.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire