vendredi, mai 31, 2013

Subterraneo (Fragmento)







Domingo no dormía bien, así que se desvelaba con las viejas películas del oeste que Pedro le aconsejaba y que la mayor parte del tiempo veían juntos, a veces con la familia de Pedro incluida – tres niños : el mayor era un antisociable, el segundo sacaba historias de violaciones y asesinatos que Domingo nunca antes había imaginado en boca de un niño de seis años y la tercera, una bebé de tan solo ocho meses que Domingo encontraba desde ya una mal criada, rechoncha y fea. La mujer de Pedro era bastante alegre y, por ese mismo motivo, le parecía más hermosa de lo que era realmente. Ella contaba chistes que Domingo no entendía en su mayoría, pero reía igual, a veces exageradamente y su risa se confundía con el relincho de un caballo. Él sentía que así lograba fortalecer los lazos de fraternidad con aquella gente.

Domingo se emborrachaba solo, el cuarto oscuro con las viejas prostitutas ya no estaba cerca, lo había abandonado junto con la ciudad. Domingo brindaba a la salud de los desconocidos de la ciudad, a los que había dejado amarrados a los elásticos vencidos de sostenes y calzones. Eran los elásticos los que daban esa gran velocidad a los autos que pasaban por la carretera cerca de sus tierras. Pensó, pensó, pensó casi cayéndose al suelo y desparramando sus ideas con el alcohol. Pensó mucho y se dijo que a los que les gustaba la ciudad, eran realmente unos “RE-trasados o Re-culiados de la cabeza” y que por eso, lo mejor había sido dejar a su familia y viejos amigos atrás, en su pasado citadino.
La película que veían esa noche era “los 7 pistoleros”. Pedro le había dicho que en realidad debía traducirse como “los 7 mercenarios”. “Las malas traducciones de las películas aquí son como las calles de este país, una mitad mal hecha; la otra mitad peor” añadió. Domingo lo miró perplejo por el nivel de análisis que podía mostrar su vecino. Se paró de su cómodo sillón de cuero y desapareció del salón. Luego de un momento reapareció por la puerta de la cocina y puso sobre la mesa una botella de turbio whisky de Islay.

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