vendredi, octobre 28, 2011

Carlos Cociña


Este poeta – que se bajó del escenario para entablar en medio del estupor dictatorial una conversación con Rodrigo Lira – publicó un libro que tengo entre mis manos (ahora no, porque estoy escribiendo… se entiende, no sea tonto), el cual voy leyendo poco a poco. No porque tenga barba y viva en Santiago es un poeta meritorio de respeto (hay hasta ex ministros que publican libros de poesía), sino porque su escritura es tan aguda y modestamente potente que uno se olvida de su barba y del escenario y de la miseria de ser poeta en las grandes ciudades.
Cambodia, Nicolas Folch.


Me robaron la bicicleta roja. Hace poco tiempo que la tenía y quedó en el aire. Quise escuchar el sonido de las campanas en la mañana. Todo en plena ciudad, mientras construyen una nueva línea del ferrocarril metropolitano. Busqué la bicicleta entre muchas, y su color se fue descubriendo en mí paulatinamente. Un río subterráneo avanza sin alterar, aparentemente, las praderas y bosques de la superficie. Los caballos de fuerza son mi propia fuerza. Temprano me propongo el silencio y me desplazo, sin reglas, por las calles de una ciudad que primero imaginaron, y que ahora tiende a las pasiones. La belleza, roja y encabritada, es inevitable.

afecto 33
Ref.

(Plagio del Afecto, ed. Tacitas)

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