Estornudo al sacar viejos y estimables libros guardados hace años en cartones por falta de espacio. Ahora los dejo libres y en desorden en mi nueva biblioteca. Es pequeña, aunque mas grande que la anterior. Algunos caen apenas los dejo y los recojo; pero antes de dejarlos nuevamente en equilibrio precario, recuerdo la lectura de éste y aquel, unas fotos entre sus páginas, una entrada a un concierto punk. Los libros son las palmas de mis manos. Afortunadamente guardan proporción: narrativa y poesía se pelean los estantes por partes iguales. Ambas serpientes se muerden la cola mientras suben por la repisa. Me siento a ver la danza de estas manos que aunque lo intente, no puedo controlar del todo. Los libros son una fiebre y que llueva o no en primavera, nada cambia esta paz en la que quedo en medio de mi nueva pieza.
image: ADN50, Israel Charney
1 commentaire:
Cuando veo la librería de alguien no puedo dejar de ver a su propietario. Si tiene algo de Nietzsche, algo de Dostoyeski, algo de Kundera debe ser un buen tipo, me digo. Luego puede ser un hijo de puta, pero una copa la tiene, seguro.
Enregistrer un commentaire