jeudi, avril 23, 2009

Hamburgueses


No me vengan con crisis a mí. Yo soy ontológicamente una cuesta abajo de los índices en el mercado. Desde hace seis años que no logro un puesto de trabajo decente como extranjero. Vale decir, un trabajo donde me canse lo menos posible y se me pague en oro por mi precioso tiempo perdido. Lo único logrado en Francia ha sido un conocimiento de lo que es trabajar en las vendimias galas con sus respectivas resacas matutinas, olor a queso en la boca después de comer, una mujer lo suficientemente inteligente como para darse cuenta que no soy el tipo de la publicidad y leer a algunos de mis poetas en su lengua materna. Eso por el lado positivo. Veamos el lado negativo: un reflejo condicionado a hablar suavecito para pedir un miserable timbre en un roñoso papel, docenas de contratos a sueldo variable y fecha límite, relojes perdidos o rotos a causa de mi necesidad a portar uno para no llegar atrasado a uno de mis cuatro trabajos, un odio que me hincha el ojo izquierdo cuando salgo a trabajar, dolores de cabeza cuando vuelvo a casa y una angustia irreprimible ante los cajeros automáticos a medida que pasa el mes. Me pregunto, cuál de todos estos problemas será solucionado con el planificado “despegue económico” francés que el presidente Sarkozy ha propuesto con una tonada de su esposa Carla Bruni. La apertura del comercio los domingos se supone que debiera aliviarme, enajenarme con vitrinas y la idea de comprar. Tendría que intentar la experiencia de ser un comprador de centro comercial con mi bolsita de Galeries Lafayette en la mano. Eso si no me toca el papel del vendedor. Ojalá que no me vengan con el discurso de que me estoy aburguesando, porque no podría dejar pasar la pregunta sin responder con otra ¿Y qué es ser burgués? Seguramente de aquí deducirán mi ignorancia, pero es que el término está tan de moda, que ahora no me asombraría que ahora a las vacas se les distinga entre burguesas y no burguesas según el tipo de leche con o sin melamina que estén dando. Esto, si es que no les ha dado por estereotiparlas con el otro concepto de moda: terroristas, y por ende musulmanas.
Como aún no he encontrado al genio que descubra en mí al escritor del siglo y decida pagarme por lo que escribo, también he tenido que dejar de lado mis poemas, para concentrarme en un trabajo que me asegure el plato de comida ¿No sabían que estamos en una época de prosa? Hagan la prueba y háblenle al tipo de la panadería en verso, a ver con qué van a comerse el jamón para el almuerzo, eh. La poesía no alimenta. La poesía solo sirve para dejar en claro que somos hombres cultos, apoyados contra nuestra biblioteca. Por eso leímos a Bolaño, para no quedar de alienígenas. Por eso nos robamos unos poemarios el otro día, a lo sumo (está de moda). Si tan solo la prosa nos hiciera ladrones por la buena razón. La prosa del burgués, me gritarán por ahí. Puede ser. Aunque, insisto, no estoy seguro a qué se refieren con eso del “burgués” hoy en día; solo que quien recibe el cartelito es porque ha merecido una tremenda ofensa. LA ofensa. A tal punto, que si comento con un fanático de Proust que él era efectivamente lo que se dice un burgués, mi interlocutor intentará probablemente de convencerme que no es así. Lo mismo es probable que ocurra con un admirador de Dalí. Un fan de Giger, en cambio, tomará el “epíteto” con placer sádico.
La crisis, si he comprendido algo de lo que he leído, es producto de confusión y en este sentido la hemos estado viviendo desde hace mucho tiempo. No se crean, no lo digo desde la terraza de Europa desde la cual observaría el patio latinoamericano. Nunca se sabe el grado de amargura en algunos. En el viejo continente, para nuestra indígena sorpresa, la confusión es igual o peor que en otros lados. Los discursos, la prosa, moviliza desde hace tiempo por estos lares la misma polifonía cacofónica que la que se produce, por ejemplo, en Chile. He asistido a debates en el tiempo del referéndum por la constitución europea y en Francia escuché los mismos razonamientos y amalgamas: Burgués = capitalista = fascista, etc. (el etcétera puede extenderse hasta la secta caníbal Opus Dei).
La crisis ha sido este resurgimiento desde hace varias décadas de palabritas mágicas cuyo poder simbólico se ha reafirmado cuando ya las dabamos en franco desuso. El poder y el contrapoder erigiendo sus ídolos y entre estos dos polos, la tierra en que vivimos. Confusión de confusiones, un periodista de France Inter calificaba a los de su gremio de ser parte de la Intellegentia por ser periodistas. Una lumbrera el hombre de las noticias, ya lo saben. Tautologías vanas y vanidad de vanidades; en tiempos de crisis la mona es la princesa en su vestido de seda.

Vuelvo a formular mi pregunta-respuesta ¿Qué es ser burgués? Últimamente, leí un pasaje en la novela de Martin Suter Un amigo Perfecto, en que una pareja se reprocha mutuamente la vida pequeño-burguesa que llevan: un departamento de dos piezas, rechazo total a evitar las escenas violentas y, sobre todo, no salir nunca. En suma, llevar una vida aparentemente calma es, para estos personajes, ser un pequeño burgués. Lo que veo en la práctica es, en revancha, que salir a gastar y consumir de noche es la moda y casi un dictamen de vida en buen burgues.
Así las cosas, recuerdo a un ex compañero de universidad que reivindicaba, frente al asco general de la mayoría, su estatus de pequeño burgués. Él es un escritor, inédito, pero llevaba un aura de tal y por lo mismo, de provocador. Aquí explico que el asco venía de esta inmensa mayoría de estudiantes de universidad estatal en que dejarse el pelo estilo Bob Marley y vestirse como un hippie perdido, se asume como el uniforme.
Pienso en estos tiempos cuando escribo; pienso en el “mute” general que muchos hemos asumido ante la banda original de la película que nos proyectan: “La CRISIS”. No tengo claro, como ya habrán constatado, a quienes atacará este monstruo; lo que sí tengo claro es que — burgués o no — lo llevo por dentro mucho antes de su aparición mediatizada, como lo llevan mis amigos escritores y pintores incógnitos, inéditos, sin papeles, clandestinos y comiendo hamburguesas frías o bebiendo el vino más caro en Francia, sin afán de snobismo.

photo: Mr. Folch

5 commentaires:

jordi lobo a dit…

Sr. DRFLOYD, excelente texto. Las dos primeras frases lo obligan a uno, por poco que guarde algún resquicio de la curiosidad que alguna vez tuvo, a seguir leyendo.
No decepciona,como casi nunca.
Mis respetos,

Jordi Lobo

Mr.Fozzil a dit…

Nico, se devolvió el sobre!!!! Por fa' reenvíame tu direcciòn al gmail!!!! Y burgués o no, la plata compra lo que se necesita para vivir... Y la vida la decide uno.

Mr.Fozzil a dit…

En el Reino de las Merluzas, el congrio es Rey.

Mr.Fozzil a dit…

En el Reino de las Merluzas, el congrio es Rey.

elena a dit…

Je vous tire ma révérence Dr. Floyd pour ce texte qui m'a beaucoup touché.
Je l'avais déjà lu au moment où tu l'avais posté. Mais ce soir, dans la nuit marocaine, je suis d'humeur "hamburguesa". Je reviens le relire avec le même frisson que lors de la première lecture.

Continuez ainsi docteur...