mercredi, décembre 16, 2020

En un cielo con dos mil años

croisées, Paris. N. Folch

 

Ya los Harrier fuera de pantalla

en un cielo con dos mil años de vacío

paradis esperando la consagración de las utopías

con nuestros abrigos de astracán puestos

y nuestros gorros de Rembrandt

recibí la venida a ver de un olvidado amor

La Sor Clona Cósima que me zampó su belleza

y que ahora venía a incendiarme mi Harrier

acusándome de besar a Judas Iscariote

abandonado a su muerte por el mesías,

de hacer cundir el desaliento en la florería

y de pasarme al bautizo de Gaetano Stampa

La dejé ir imaginándomela como un polvo perdido

sobre mi asiento descapotado, aunque sabía

que el tocarla haría reventar la cabina

y que el amor podría significar la muerte

arruinando el sueño de la guerra infinita

Pero como un inflado émulo de Garcilaso

apenas un momento antes de sucumbir

me sobrepuse y le recité conmovido a sus ojos:

Estoy continuo en lágrimas bañado

Rompiendo el aire siempre con suspiros;

Y más me duele nunca osar deciros

Que ha llegado para vos en tal estado

Que viéndome donde estoy y lo que he andado

Por el camino estrecho de seguiros,

Si me quiero tomar para huiros,

Desmayo viendo atrás lo que he dejado;

Si a subir pruebo en la difícil cumbre,

A cada paso espantándome en la vía

Ejemplos tristes de los que han caído.

Y sobre todo, fáltame la lumbre

De la esperanza, con que andar solía

Por la oscura región de vuestro olvido.

(Diego Maquieira, Los Sea Harrier, (1986) 1994).

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