jeudi, mai 02, 2019

cuando merodea Antonio Citron, el océanico

(esta cronica, de la que aqui se da solo el fragmento inicial, fue escrita por Antonio Citron en Vietnam y publicada en la revista de letras y artes marciales Hermano Cerdo del 2007, año del perro)


Un Oceánico en Quién Sabe Donde

Por Antonio Citron.

Hoy vivir lejos puede pasarle a todo el mundo, ya no es más patrimonio exclusivo del exilio político, de acuerdo. Dentro de esta lógica, nada extraordinario toparse con gente que, luego de unos cuantos minutos de haberse presentado con un raro acento, te diga “Oye ¿Pero tú no eres….?” o “No sé de donde, pero tu cara me dice algo”. Es decir, no solo ya no eres el único lejos de tu casa y cerca de tu pasaporte, sino que además, toman el mismo atajo que tú los que vivían en el barrio de la infancia, en la ciudad donde estudiaste, en el edificio donde tenías a una novia, etc.

Un día sales por una de esas calles con nombres que no te dicen nada — únicamente, que no estas progresando mucho en el nuevo idioma — y se cruza por tu camino uno de ellos o de ellas. No insinúo que sea malo o desesperanzador encontrarse con un rostro familiar en el extranjero. Conozco la experiencia y sé que somos muchos en compartirla. El encanto sufre una trizadura, pues te han traído en cierta forma tu casa, que es lo único que asegurabas haber dejado atrás. Te creías el aventurero, casi con látigo y cuchillo al cinto y alguien se acerca y te explica que solo saliste al jardín de la casa. O al parque de abajo, para los de visión departamentezca como yo.

Sin embargo, encontrarse con alguien del barrio o del “villorrio” como decían algunos poetas, también tiene sus efectos benéficos, o sea, un vino descorchado del país, unas bromas sin necesidad de traducción, de preferencia cochinas y malas que una complicidad difícil de recuperar en calidad de bárbaro, las hacen valer oro. Una noche de despilfarro bien aprovechada, con la certeza cínica de que es solo una noche y nada más; que en mucho tiempo más no escucharás los nombres de gente que otra vez olvidarás (Porque el olvido es cosa seria ahora, no se rían) Esto puede ocurrir, o al menos a mi me ha ocurrido, una vez por año más o menos.
sourire dans la montagne, N. Folch.

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