La televisión sacaba conejos de su caja y los azotaba contra la muralla
delante de nosotros. Los conejos dejaban caer sus cabezas y todas reían
mientras rodaban por el suelo.
Imaginar el recorrido que había que hacer hasta la botillería era como
imaginar escalar el Everest, con caída mortal. Pero detesto tomar pisco y era
seguro que Julián compraría una de pisco si iba él. Contamos nuestro dinero y
llegamos al acuerdo que compraría una botella de vodka. Saldría más a cuenta e
incluso podríamos irla tomando mientras caminábamos a la fiesta de Camila. La
amistad incluye lecciones de estrategia los fines de semana.
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Te
enseño a hacer un AK-47. Mientras vas a comprar yo voy a buscar limones verdes
a la cocina y mi viejo no notara si le saco un poco de su whiskey.
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¿Un
AK-47?
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Si. O
sea… no realmente, porque lleva además otros licores, pero nos podemos acercar
algo a uno verdadero.
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¿Un
AK-47? ¿No es ruso ese fusil?
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¿Vas
por el vodka o no?
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Tendremos
un dolor de cabeza ruso.
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