jeudi, mars 28, 2013

sans titre







Esta tarde hice un brindis
con la idea de emborrachar a la muerte,
y llevarla a la estación para ofrecerle
un pasaje sin vuelta,
que se lleve los cordones de mis zapatos.
“Desde mi pieza la estación se ve hinchada
como vela de fragata,
no te gustaría ir a broncear tus huesos en alta mar?” Le digo.
Pero ella espera caliente como perra
frotándose contra su propio desparramo en los edificios
y repite esa palabra “Urbano – urbano” excitada.
Al final de todas las calles – dice –
la oscuridad se acumula.

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