photo: Nicolas FOLCH MAASS |
On a abandonné les dieux, et les objets nous ont adopté.
Abandonamos a los dioses y los objetos nos han adoptado.
literatura, poesia, poésie, leseras del tipo secrecionisticas e inutiles a la mecanica espacial de la ciencia real.
photo: Nicolas FOLCH MAASS |
On a abandonné les dieux, et les objets nous ont adopté.
Abandonamos a los dioses y los objetos nos han adoptado.
"Creo que esa gran región apacible de Francia será siempre un lugar sagrado para el hombre y que, cuando las ciudades hayan acabado con todos los poetas, será el refugio y la cuna de los poetas por venir", eso es lo que expresó el asombrado Henry Miller al conocer la región de Dordogne. Un escritor asqueado de sus compatriotas, del consumismo y mercantilismo exacerbado que ya prometía un mundo plano y que lo empujó a vagabundear, errando por las rutas de europa, justo antes de ensartarse en la mesa griega del poeta L. Durrell, quien lo invitó a delirar en Grecia.
Un buen libro dentro de los clásicos memorísticos que tanto nos gustan: El coloso de Marusi.
vista en Perigord, N. Folch |
Gratis de noche el interruptor de pupilas
apaga las cosas
el vacío de las cosas en las cosas del vacío
encierra matrimonios y amantes
para que se las arreglen en el hotel
donde todos terminan como publicidad manchada de sueños.
Cuerpos arrinconados
en cuartos sin puertas
en pupilas desertadas sobre almohadas de barro.
La vista ardiente de flor abierta
el sentido perdido en la alegría encamada
otra llega febril al reflejo de maniquíes descoloridos
una jauría espectral y huérfana
que se agita como lluvia.
La derrota con
rodillas peladas
el circo del descanso sin aliento
cemento y algo que afuera parece vida
dibuja los límites del tiempo destinado a
educación física en un circuito de líneas hechas para expulsar a los débiles
odio delineado y órbitas con rimel.
Mi cuerpo
radiografía de sombra bajo la mirada de las candidatas
reinas de vorazones
congelaban mi boca.
Mi boca puer eternus notas sublimes elocutio para sus caderas
envoltorios de terminales profundos donde los soles beben. No correr en los pasillos del placer, quedarse en la agonía, no correr y hacerse el muerto.
Rouge en la mejilla,
dolor indeleble en las sonrisas
perdidas en la campana de salida.
El ir y venir de fantasmas
veredas inhóspitas entre dos camas
noches con ritmo sincopático
de antipáticos, psicopáticos y fantásticos sueños.
El ir y venir
madrugada bastarda
la gravedad en una aspirina
nada es como en la publicidad.
El árbol de la vida sobre mi cabeza
chupando mis pies juntos de orina.
Al ir y venir creí en ritmo de sueños:
“Ella conoce al pájaro”
“Ella desconoce al pájaro”
“Ella se come al plumífero”
“Ella prepara un trago”
“Ambos se recuerdan sin cabeza”
Un poco de tierra en sus uñas al decirme “chao”
TEMA DE FONDO :
Un sólo de trompeta amanecido y
bastante común.
Esta noche forzaré la luz a la no-luz,
que es no-sombra
(dramática la matemática o la química de la belleza
arropada de mujeres relámpagos)
esta noche lobos de cuentos
perdidos en un bosque bancario que seca espumas freáticas
el trono para imperios agusanados
mientras aúllo al horno donde me caliento el pan.
Esta noche la lluvia aguará las flores de papel de regalo
y se las llevará al semen original
les dará raíces,
calles alargadas, con lobos reunidos en los márgenes de mi puerta,
donde los drogados mueren como dormidos y duermen como muertos sus ojos flotan en la Bahía de Halong, pares de perros que nadan de casa en casa y encantan a las muchachas para llevarselas al fondo del mirar, hundidas en el sueño del drogado, restos de caricias, porque hasta ellos, los perros de las casas flotantes perdidas, tienen una puerta que les abre a las estrellas y dirigen el brillo a sus hermanos perdidos que aullan encerrados en casas con hornos y panes.
Madre caprichosa,
te contradigo y me quitas tu permiso.
El permiso es un espacio en la punta de la nariz.
Los hombros que me acompañan
son nubes sin viento que se apilan
sobre los escombros de piernas depiladas,
fugaces transistores a los que tampoco es sabio contradecir.
El espacio se termina.
Madre caprichosa, enciendes el cigarro
sin ofrecerme los pulmones necesarios
para indagar
al fondo los cerros de metal
reflejan tu hermosa, tu hermosa
fluorescencia.